domingo, 13 de agosto de 2017

Dos artículos sobre Manel Casanova. El primero, de @SheikViberti


Quiero dejar aquí dos artículos dedicados a Manel Casanova.

El primero es del blog de @SheikViberti, publicado el 7 de agosto:


http://sheikviberti.blogspot.com.es/2017/08/manel-casanova-una-mente-maravillosa.html




El 28 de marzo de 2011, el día que el Málaga firmó a Manel Casanova, me llamó un amigo perico y me confió misteriosamente algo que yo entonces no acertaba a calibrar en toda su dimensión. "Habéis fichado a un fuera de serie", me aseguraba.

Por aquel entonces de efervescencia y crecimiento no cesaban de sonar fichajes galácticos. Y, pensando en los cracks del momento, le pregunté: "¿A quién te refieres? ¿A Eto’o? ¿Van Persie?"…

"No, no. A Manel Casanova. El mejor captador de jóvenes futbolistas de España. 30 años de gloria nos ha dado. El impulsor de la cantera del Espanyol. El descubridor de todos los cracks. De Tamudo y todos los demás".

Difícilmente podríamos años después imaginar que el fichaje más rentable de la historia centenaria del Málaga no fue el de ningún galáctico de Champions, sino Manel Casanova. No ya como futbolista. Sino como captador de jóvenes valores hechos luego profesionales cotizados. Increíble que un cargo técnico haya obtenido más retorno. Fabrice, Samus, Darder, Fornals, Ontiveros, Juanpi, Nesyri, Luis Muñoz, Mula, Deco, Kuki, Samu Casado…

Un sexto sentido futbolístico, el suyo, desarrollado desde la experiencia. A base de dedicar miles de horas al fútbol, a todos los niveles. Y presenciar in situ miles de partidos.

Casanova ha sido toda su vida un profesional hecho a sí mismo. Abarcó todos los escenarios.

No tuvo suerte en exceso como jugador. Llegó al Espanyol en 1975 procedente del Sant Andreu. Le costó hacerse con la titularidad. Pero al final, con técnica, calidad, compromiso e insistencia, sus grandes virtudes en todos los frentes, y su forma de hacer las cosas, convenció a Santamaría. Al que ayudó a sacar adelante casi la mitad de sus 255 partidos como técnico perico. Pero tras la cuarta temporada, una cruel lesión de rodilla le apartó prematuramente de la gloria blanquiazul. Regresó al Sant Andreu. Pero a su rodilla se le había agotado prematuramente el fútbol.

Insistió en sus colores blanquiazules como líder de la Asociación de veteranos, con solo 28 años. Así estuvo implicándose durante cuatro años, desarrollando carisma y liderazgo.

Hasta que Azcargorta y su equipo tiraron de él y se reinsertó en la estructura del fútbol base perico. Entonces, con mucho o todo por hacer. Él ideó toda la estructura. Además, formó tándem técnico con el que llegó a ser primer entrenador Paco Flores, en varias etapas. Y con Luis Aragonés.

Esa privilegiada perspectiva de observación, desde primera línea como futbolista, desde los banquillos como técnico y desde los campos de tierra del fútbol base, le llevó a acumular un bagaje y un sexto sentido captador de calidades difícil de igualar. Por esas experiencias acumuladas en su peripecia personal Manel fallaba poco. Por su biografía futbolera de pedigrí y porque era único previendo y organizando donde antes no existía nada. En Sarriá y en Málaga. 

Así, nos decía un día que probablemente más de 250 jugadores hayan conseguido vivir como profesionales del fútbol, tras obtener la evaluación positiva de su privilegiado ojo futbolístico. Entre ellos toda una pléyade de cracks de élite periquitos como Tamudo, Capdevila, De Lucas, Morales… Y multitud de centrales, como Soldevilla, Lopo o Jarque. El actual responsable de fútbol base españolista, Fran Navarro, también salió de su chistera.

El Málaga rico de Al Thani tuvo mucha suerte. Antonio Fernández pilló a Manel libre, con mono de fútbol y ávido de triunfos. Y lo consideró el motor del cambio. Coincidían nuestros colores con los suyos blanquiazules de toda la vida. Y coincidía, ya lo conocía de sus muchos viajes a Málaga, que en la cantera malagueña estaba todo por hacer. Mirar más allá del segundo equipo en Málaga no era una opción. La urgencia era mantenernos. Como para pensar en otras empresas al otro lado del Atlético Malagueño. Retener valores era una quimera. Y Manel venía con la ilusión de comenzar de cero y el reto de construir algo importante.

El lema no escrito de Manel era "me moveré sin parar, para que el éxito me pille trabajando". Y así no paraba. Hacía gente y coleccionaba afecto por dondequiera que pasaba. Por su sencillez y  autenticidad. Hace unos días mostraba orgulloso su carné de entrenador UEFA. Su salvoconducto a la vista de los porteros nuevos de los campos de la geografía malagueña.

Todo el que ha tenido la suerte de conocerlo entiende por qué era piedra angular por aclamación de todos los proyectos de futuro. Por qué encandiló primero a Ghubn y a Antonio Fernández. Y a José Carlos Pérez. Y muy rápidamente a Al Thani. Rara vez un hombre es capaz de convencer solo con la palabra. Y después, a la hora de la acción, mejorar cualquier previsión. Con poco. Con recortes. Cada vez con menos. Tanto era el brillo que supo desplegar en Málaga que ahora gran parte del malaguismo aliquindoi cargaba las pilas de optimismo con la sola presencia renovada de Manel en los céspedes artificiales municipales los últimos días.

El malaguismo anónimo ya nos las prometíamos felices. Manel como faro del malaguismo en tiempos difíciles. Manel como apoyo de todos, a todos los niveles. Y soldadura en frío de todas las grietas. Manel, relaciones públicas infinito. Y negociante duro, flexible y eficaz como la vara de fresno. 

Que le pregunten a los padres de Sandro cómo convencía. Y a los de Isco. Y a los de Mula. Y a los de centenares de futbolistas que desplazó desde muy lejos. Y a los responsables de la Mohamed VI. Y que pregunten cómo disuadía sin apenas alterarse a los que se la pretendían jugar por lo bajini... Solo razonando. Enumerando hechos pasados. Apabullando con conocimiento profundo de todos los palos de su negocio.

Solo con la figura ilusionante de Manel Casanova como norte, nos estábamos atreviendo a soñar con el milagro de los panes y los peces. El milagro de la planificación a años vista. El milagro del orden exacto. Captar muy bien. Fichar requetebién. Vender mejor. Crecer. Ganar. Multiplicarnos como Club. 

Solo faltaba que ejerciera de modo real lo que ya significaba a todos los niveles técnicos. Un apoyo irreemplazable para captar, fidelizar y fichar nuevos valores. Manel Casanova era el maquinista más experto y contrastado posible de nuestro penúltimo tren. Si alguien era capaz de hacerlo, era él. Sabiduría, ojo, capacidad y compromiso apabullantes. 

Pero tanto se exigía, el viernes en la Virreina, el sábado por la mañana en la Axarquía, por la tarde en La Rosaleda, luego reunido con Arnau cavilando soluciones, que ayer, en el campo de Malakas, rodeado de fieles amigos, viendo fútbol, su irrenunciable pasión, probablemente una coronaria exigida al límite, acabó por parar fatalmente su músculo principal. Y la tragedia centenaria que parece amenazar nuestro destino agazapada, atacó de nuevo. La enésima lanzada en el costado. El Málaga, imán de las desdichas. El enorme corazón de Casanova y el de dos familias blanquiazules, Espanyol y Málaga, trágicamente paralizados. Las dos familias de su vida, humana y profesional, enlazadas indisolublemente para siempre, compartiendo la desolación de su irreparable pérdida... 

Desde el dolor inconsolable solo acertamos a mostrarte nuestro inmenso cariño, profunda admiración y agradecimiento, Manel. El que has sentido todos estos años por la extensa geografía de esta Academia virtual tuya. Has sido siempre un hombre de récords. Allí arriba bates hoy otro, liderando la única cantera blanquiazul más amplia que la malagueña de todos estos años.  

Tu nombre permanecerá por siempre ligado a la Ciudad Deportiva de Arraijanal. Y cada vez que marquen un gol Nesyri, Juanpi, Mula o uno de los nuestros, levantaremos los dedos al cielo, señalándote cómplices, amigo, como el fichaje malaguista más valioso de todos los tiempos y la mente más extraordinaria que se ha cruzado en nuestra historia.