viernes, 26 de octubre de 2018

El dinero no da la felicidad. Sobre los topes salariales


Voy a dejar aquí el cuadro preparado hace unas semanas con los topes salariales para 2ª  división.
 

Gracias principalmente a las ayudas al descenso (Málaga: 19,3 mill.; Deportivo: 13,0 mill.; Las Palmas 11,0 mill.) el Málaga puede presumir de tener el tope más alto de la categoría, con una gran diferencia sobre los demás. 

De todas formas, el dinero no da la felicidad. Dejo aquí los topes salariales del año pasado en 1ª y 2ª división.
 


El Málaga (puesto 11 en el ranking) hizo el año pasado el ridículo con un tope salarial que superaba en 22 millones al del Girona (equipo 18, suponiendo que los equipos 18, 19 y 20 fueran los principales candidatos al descenso). Tampoco el Deportivo estaba mal colocado en la parrilla de salida.




En segunda división sucedió algo parecido: equipos con bajos topes salariales consiguieron el ascenso y equipos teóricamente potentes se quedaron por el camino.

Qué gracioso resulta que todavía, sí, todavía, se siga insistiendo en el “serio obstáculo del tope salarial”. El 15 de octubre podíamos leer:

Recuerdo la reflexión de un malaguista de pro en julio, cuando la planificación estaba estancada por los excesos de los dos últimos años y el serio obstáculo del tope salarial. Es decir, cuando no se producía una sola incorporación y en La Rosaleda trataban de mantenerse firmes para cerrar salidas en operaciones mínimamente ventajosas. «Si el Málaga funciona, sólo se hablará de fútbol y nadie se acordará de Al-Thani; si no es así, seguiremos dándole vueltas al juicio de BlueBay y nos iremos al garete»”. 

Cada vez que leo esto más convencido estoy de que es más un deseo de muchos “malaguistas de pro” que una preocupación sincera por el futuro.

Aprovecho para terminar con una cita del historiador y Premio Príncipe de Asturias John Elliott.  Se la he leído esta semana a Manuel Conthe en un artículo suyo en Expansión:

“En España siempre se espera lo peor, a veces con independencia de los datos reales, otras con razones fundamentadas, pero casi siempre con pesimismo y cierta pereza abandonista, lo que evita el esfuerzo de buscar soluciones”.