lunes, 29 de junio de 2015

@lugaricano: España 2034 (1). ¿Cómo nos convertimos en Venezuela?


El capítulo de conclusiones del libro de Luis Garicano  “El dilema de España consiste en dos hipotéticas crónicas de un corresponsal extranjero en el año 2034.

En la primera de ellas, España se ha convertido en la Venezuela de Europa. En la segunda, España se ha convertido en la Dinamarca del Sur.

España, los españoles, debemos elegir entre populismo o modernidad. La elección es nuestra. Por su interés (y porque no las he encontrado en internet) reproduzco hoy aquí la primera crónica. Mañana reproduciré la segunda.


MUY INTERESANTE: el libro se terminó en agosto de 2013. En esa fecha no existía Podemos… 



¿CÓMO  SE CONVIRTIÓ  LA  PRÓSPERA  ESPAÑA EN LA VENEZUELA  DE EUROPA?
Madrid, 8 de enero de 2034
De nuestro corresponsal


Aunque el Gobierno aún defiende que la cifra de inflación oficial está por debajo del 10 por ciento, las estimaciones de las instituciones internacionales sitúan la verdadera entre el 17 y el 20 por ciento. El Gobierno de la Alianza del Pueblo Indignado (API) ha anunciado que «escarmentará a los aprovechados especuladores» mediante la aplicación de «un nuevo plan, que incluye a los fiscales junto con el pueblo organizado, para verificar la venta a los ciudadanos y ciudadanas de los productos a precios justos y regulados». (*) El Ministro de Economía, Ricardo Kerst, ha declarado que «sólo el pueblo es competente para decidir si los precios son o no justos». La fuga de capitales hace presagiar que por tercera vez desde su introducción tras la salida de España del euro en 2020, la NP (la Nueva Peseta, llamada coloquialmente la «enepé») se devaluará en los próximos meses. Durante estos años, su valor ha caído de una enepé por euro a 10 enepés por euro. El poder adquisitivo de las pensiones y de los salarios continúa deteriorándose.

Casi nadie recuerda ya que España era a principios de la década de 2010 uno de los 30 países con mayor renta per cápita del mundo. Ahora, sobrepasada por países que estaban muy por debajo de España en renta per cápita como Corea, Taiwán, la República Checa, Uruguay, Croacia e incluso Turquía, el país languidece en el lugar 65 de la tabla con una renta que, más de 20 años más  tarde,  aún no ha  recuperado  el nivel de 2012. La economía no ha crecido en más de dos décadas, pese a los esfuerzos por maquillarlo de la presidenta del Gobierno y de la API, Amanda Chaves. La población sigue disminuyendo debido a la emigración y el desplome de la natalidad. Es muy probable que la cifra de 40 millones de habitantes no vuelva a alcanzarse jamás.

Este escenario es muy diferente del que la API prometió a los españoles cuando obtuvo la mayoría absoluta en las elecciones de 2019. Tras la dolorosa ruptura y desaparición del Partido Popular, consumido por su indiferencia ante la creciente corrupción y por el enfrentamiento entre su corriente «internacionalista» y su corriente «populista» y desangrado el PSOE por las repetidas crisis entre sus federaciones autonómicas, la API arrasó en todas las elecciones, primero locales y autonómicas, y finalmente en las nacionales. La campaña electoral de la entonces candidata Amanda Chaves, célebre por su participación en manifestaciones contra los desahucios, por su exitosa protesta contra las deudas («que paguen ellos») que culminó en el impago generalizado y por su organización, justo antes del éxito electoral, de un boicot completo de los impuestos, había tenido un eco enorme entre la desengañada población. Su eslogan «Éste no es nuestro Estado, éste no es nuestro euro» reflejó a la perfección el sentir general, el desencanto de la mayor parte de los ciudadanos con unos partidos y con una situación económica que no parecían reformables.

Y, ciertamente, tras seis meses de absoluto caos, la salida del euro funcionó relativamente bien en un primer momento. Si bien es cierto que ninguna de las antiguas multinacionales españolas consiguió sobrevivir a la redenominación de sus deudas, la economía mostró en los primeros años indicios muy claros de recuperación. La entrada masiva de capital extranjero en el mercado inmobiliario detuvo la caída nominal de los precios de la vivienda (en enepés), aunque con un nivel muy inferior en euros, y produjo un inmediato boom en la construcción, especialmente en las ya muy degradadas costas.

Pero la nueva peseta nació sin credibilidad. La población no se fiaba. Quería tener sus ahorros en euros, preferentemente en sus casas. Cualquier pago o ingreso era de inmediato convertido a a la antigua moneda. La NP no llegó en ningún momento a convertirse ni en un medio de cambio funcional (por ejemplo, todos exigían euros en la compraventa de vivienda) ni en un depósito de valor. El Gobierno, acosado por sus enormes deudas y con un déficit sin corregir, seguía emitiendo enepés sin límite. El ministro de Economía, antiguo catedrático de la Universidad de Sevilla, repetía que el desempleo era un problema de demanda. Según él, todo se resolvería imprimiendo suficientes enepés. «Más enepés» era su respuesta habitual en las reuniones del Consejo de Ministros.

Como consecuencia de estas políticas, la inflación fue un fenómeno reiterado durante la década de 2020, con sucesivas crisis que ocasionaron una devaluación frente al euro, un nuevo ministro de Economía y una promesa de que «el nuevo tipo de cambio sería permanente». Los españoles desarrollaron una habilidad inusitada para el cálculo mental. Sabían los tipos de cambio y de interés de las principales monedas del mundo. La economía se convirtió en el tema principal de conversación
en todas las casas.

Desgraciadamente, estos veinte años de retroceso económico han causado un daño, seguramente irreparable, a la capacidad de España para crecer. Tras 13 años de la API en el poder y la senda trazada por los 7 años de su antecesor, el PP,  no existe ninguna institución independiente en España. Los tribunales, como todos los organismos regulatorios, son tentáculos del gigantesco pulpo en el que se ha convertido el Gobierno. Ninguna inversión ni decisión se puede tomar si no es con el consentimiento de la todopoderosa API. Chaves, repitiendo siempre el mantra «no dejaremos que los inversores extranjeros nos chupen la sangre», decide personalmente cada operación internacional con el sector bancario público (que representa el 90 por ciento de la actividad bancaria) y con los grandes monopolios cuasi estatales, generalmente bajo el poder de altos cargos de la API, principalmente Gaspu (gasolina para el pueblo), Telepu (teléfonos para el pueblo), Epu (electricidad para el pueblo) y Supu (supermercados para el pueblo, los únicos autorizados oficialmente para importar alimentos en dólares o en euros).

Con las instituciones destrozadas y con las clases medias educadas definitivamente afincadas en el extranjero, es difícil ver un futuro para España que haga que los próximos 20 años sean mejores que los anteriores.


(*)  Esta frase está inspirada en una campaña real que tuvo lugar en Venezuela: «El Instituto para la Defensa de las Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios (Indepabis) inició este martes un plan de fiscalización en toda Venezuela, que incluye a 200 fiscales del organismo, en conjunto con el pueblo organizado, para verificar la venta a los ciudadanos y ciudadanas de los productos a precios íustos y regulados». Disponible online en: http:// www.librered.net/?p=27722