martes, 23 de abril de 2019

Principios generalmente aceptados en Economía


En esta semana de debates electorales me permito rescatar este artículo publicado en el número 7 de la Revista Extoikos, en 2012.

El libro “Principios de Economía”, de Gregory Mankiw, es un manual de referencia a nivel mundial.  En un especial publicado por el diario El País en enero de 2005 con motivo del número mil de su  suplemento dominical de economía se incluía en una sección titulada “Diez títulos para dos decenios”. 

La primera edición de este libro se publicó en 1998, coincidiendo con el 50 aniversario del libro de texto universitario más popular jamás escrito: “Economía”, de Paul Samuelson. La casa editora encargó a Mankiw un libro de texto nuevo con el objetivo de convertirlo en el “Samuelson” de las siguientes décadas.

Mankiw se define como un “neo-keynesiano” para el que la nueva economía keynesiana también puede ser denominada nueva economía monetarista. En el prólogo de su libro cuenta que creció en una familia en la que se discutía frecuentemente de política en la cena. “Los pros y los contras de las diversas soluciones que podían resolver los problemas de la sociedad suscitaban fervientes debates. Pero en la escuela me habían inclinado por las ciencias. Mientras que la política me parecía que era vaga, se iba por las ramas y pecaba de subjetiva, la ciencia era analítica, sistemática y objetiva. Mientras que los debates políticos seguían, sin llegar a ningún fin, la ciencia avanzaba”.

Su primer curso de introducción a la economía le abrió los ojos a una nueva forma de pensar. La economía tenía las virtudes de la política y de la ciencia. Era verdaderamente una ciencia social. “Su objeto de estudio es la sociedad, es decir, como deciden vivir los individuos y como se interrelacionan. Pero enfoca la materia con el desapasionamiento de una ciencia. Aplicando los métodos de la ciencia a las cuestiones relacionadas con la política, trata de avanzar en los retos fundamentales que tiene toda sociedad.” 

La ventaja de la economía es que es una disciplina en la que con unos pocos conocimientos se puede llegar bastante lejos y no puede decirse lo mismo, por ejemplo, del estudio de la física o de la lengua japonesa.

En el primer capítulo del libro se presentan “Los diez principios de la economía”, que según Mankiw son los siguientes:

  1. Los individuos se enfrentan a disyuntivas.

  2.  El coste de una cosa es aquello a lo que se renuncia para conseguirla.

  3. Las personas racionales piensan en términos marginales.

  4. Los individuos responden a los incentivos.

  5. El comercio puede mejorar el bienestar de todo el mundo.

  6. Los mercados normalmente constituyen un buen mecanismo para organizar la actividad económica.

  7. El Estado puede mejorar a veces los resultados del mercado.

  8. El nivel de vida de un país depende de su capacidad para producir bienes y servicios.

  9. Los precios suben cuando aumenta demasiado la cantidad de dinero.

10. La sociedad se enfrenta a una disyuntiva a corto plazo entre la inflación y el desempleo.

Como complemento a estos principios, o más bien como apoyo o confirmación de los mismos,  a continuación presentamos “Las reglas de juego de la economía” tomadas de la cuarta edición (año 2000) del libro “Economía. Teoria y Política”, de Francisco Mochón. Como se puede ver, la similitud entre  “los principios” y “las reglas” es evidente:

  1. Todos queremos más pero tenemos que elegir con criterios adecuados.

  2. Para todos los agentes económicos el coste de una cosa es aquello a lo que se renuncia para conseguirla. 

  3. Si queremos tener más con los recursos de que disponemos debemos recurrir a la especialización y al comercio. 

  4. Los intercambios realizados libremente en los mercados es la forma en la que habitualmente se organiza mejor la actividad económica. 

  5. El sector público puede corregir y mejorar a veces la forma en la que actúan los mercados. 

  6. Los agentes que actúan en la economía responden en su comportamiento a los incentivos que se le presentan. 

  7. Para entender la economía hay que conocer la forma en la que los economistas realizan sus análisis. 

  8. Los economistas no sólo tratan de conocer la realidad, en ocasiones también se ocupan de transformarla. 

  9. La economía necesita simplificar la realidad para poder abarcarla: los modelos.

Podemos deducir, por tanto, que si sobre las cuestiones expuestas existe acuerdo, sobre aquellas no recogidas en los principios y reglas no existe tal grado de consenso. Por ejemplo, en cuestiones fiscales: ¿impuesto sobre la renta o sobre el consumo?, ¿progresivo o proporcional?, ¿si es progresivo, con muchos o pocos tramos? ¿con deducciones o sin deducciones?, ¿se grava el patrimonio y/o las herencias?. O sobre los servicios públicos: ¿gratuitos o con pago?, ¿los presta la administración o empresas privadas?, ¿renta básica o subvenciones en el coste?, etc.

Los cambios en la teoría y práctica de la Ciencia Económica están permanentemente en discusión. Si nos acercamos a los estantes de libros de economía en cualquier librería es sorprendente la gran cantidad de textos que tratan de explicar la crisis económica y cómo salir de ella. Lo mismo podemos decir si nos fijamos en los artículos de opinión de periódicos y revistas especializadas. A esto podemos añadir el gran número de buenos blogs que podemos encontrar la red. La información disponible es tan inabarcable que ya se convierte en un problema la selección previa de las fuentes o autores favoritos a consultar.

Los economistas deberían hacer un esfuerzo por explicar didácticamente las razones por las cuales en algunos puntos el consenso está muy generalizado. Igualmente se deberían especificar los otros asuntos en los cuales no existen tales acuerdos y por qué. Y todo ello bajo el paraguas de una frase de Borges con la que es fácil identificarse: “quizá haya enemigos de mis opiniones pero, yo mismo, si espero un rato, también puedo ser enemigo de mis opiniones”.

En economía, además, no basta con que las ideas o conclusiones estén basadas en datos concretos sino que, para ser eficaces, deben ser compartidas por la sociedad. En otras áreas del conocimiento, como la medicina por ejemplo, basta con que el doctor conozca el remedio para que el enfermo lo acepte. En economía no sirve ni siquiera con que coincidan segundas o terceras opiniones, en economía es esencial que la opinión pública comparta las opiniones de los expertos para que puedan ser aplicadas.

La difusión y aceptación de las ideas económicas es absolutamente imprescindible para el éxito de las mismas. En los tiempos que corren de crisis, no sólo económica, parece que los eslóganes se imponen sistemáticamente a las ideas. El objetivo de este artículo ha sido resaltar los principios en los que existe acuerdo entre los economistas y solicitar, para el resto de cuestiones, reflexión  y dedicación a la tarea de encontrar nuevos puntos de acuerdo. Todo ello para intentar resolver los problemas concretos que ahora requieren soluciones.